24 ago 2011

Editorial del Espectador, 21 de agosto

...Todo un enredo. Ante esto, la Comisión guardó silencio, no preguntó nada, ni hizo siquiera el intento de exigir a Uribe una explicación de lo afirmado por él. En últimas, antes que aclarar las cosas, la audiencia sirvió para complicarlas más: si el DAS, como dice Uribe, tenía sólo a directores ejemplares por los que pone la mano en el fuego, ¿quién hizo entonces las interceptaciones? Si él fue también víctima de esto, ¿a quién hay que hacer comparecer ante la justicia por el delito de interceptación ilegal de comunicaciones? Hoy más que nunca se desconoce el tema y su origen. Debería ser al revés. La responsabilidad no pesa sobre Uribe, como muchos parecen argüir, sino sobre la Comisión, que guardó silencio durante cuatro horas y no esclareció uno solo de los cargos que se levantan contra el expresidente. Ya hemos dicho en este espacio que la Comisión de Acusación es inoperante. Pero después de esto, muy a su pesar, parece que el apodo que le han puesto en burla a través de los medios y las redes sociales, se lo han reconfirmado a pulso limpio.

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