voy a decir solamente algo
y qué es lo que vas a hacer
voy a ocultarme en el lenguaje
y por qué
tengo miedo.
En las noches Lucas se lamenta. Justo a la hora en que uno se siente como más paila, Lucas piensa que todo se va para la mierda y que vive con el Cronopio tiempo prestado, que no merece, porque si algo le ha enseñado los días a Lucas es que acá se vino fue a comer mierda. Y entonces Lucas se siente pequeñito, como una esponja en el mar y siente miedo del día de mañana, del signo de interrogación que se dibuja en la carita del Cronopio; cuando eso pasa Lucas quiere volverse nido de pájaro para no sentir y no pensar o hebra de cabello que se queda quieta y no se preocupa, pero pues nada, el muy tonto se queda hasta que es bien de madrugada pensando, siendo como la esponja que el mar lleva a la deriva y queriendo como que si viene el dolor que pase rápido y que solo sea un ¡ay! Y ya, miembros dormidos, dolor que se va, cansancio de mis ojos.
Lucas está triste porque entró al partido cuando faltan 7 minutos y van perdiendo cinco a cero y echaron a dos jugadores y el árbitro está vendido al otro equipo. Todo se pone como en contra y toca ponerle el pecho, la cabeza, los tobillos, los codos y la panza a la adversidad.
Lucas quiere al Cronopio y no sabe nada más :S:(ewq
Lucas quiere que el Cronopio Bonito no se vaya, pero es tan inmaduro que de pronto lo deja ir, o de pronto splash cataplum todo se detona
Lucas se va a dormir con el espíritu compungido por la hora de la noche y el sabor de tu nuca.
Lucas, aterido animal.
(para vos, por supuesto, la Mujer-laberinto)
Búscame en el ocaso, en la esquina que franqueas con la tristeza y los pasos cansados;
Encuéntrame allí, donde los niños no sufren y el país no alimenta más sus fuegos fatuos.
Preciosa, en las pesadillas de la noche, en el frío de la madrugada mi sombra se queda con vos, atenta, como un perrito agazapado en la pata de la mesa.
Espérame en el cero y en el infinito, que yo te encontraré en la voz de arroyo del feo que canta y en el pasto que sube por la vieja carrilera del tren.
Así, compañera, cuando pasen los años, y los días hayan tranzado los destinos, siempre estaré con vos y vos acá, bien adentro, en el espacio comprendido entre la espalda y las infinitas muertes, porque esa esquina con su ángulo de noventa grados siempre va a estar ahí, y porque el pastico de la carrilera, aunque se marchite, estará esperando que el viejo tren pase resoplando.
Fauno, perplejo animal.